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La palabra «ascesis»

by en 4 enero, 2011

La etimología de las palabras griegas askeo, askesis, asketes, permanece oscura.

Homero la emplea para expresar la idea de un trabajo artístico o técnico. La palabra tuvo éxito en su aplicación: 1) al ejercicio del cuerpo en su sentido físico (los ejercicios de los atletas y de los soldados); 2) al ejercicio de la inteligencia y de la voluntad, del sentido moral (la vemos alternar con su sinónimo melete que señala una aplicación particularmente atenta y progresiva); 3) al culto y a la vida religiosa (Sócrates llama askeseis a unas «prácticas de piedad» instituidas en Egipto).

Con Clemente de Alejandría y Orígenes la palabra adquiere en el vocabulario cristiano un sentido más corriente. Orígenes llama asketai a aquellos que profesan la vida perfecta. De ahí se crearon derivados: Asketría, monja, asketerión, monasterio; askética, obras que se refieren a la vida monástica.

Para Atanasio la ascesis significa una tensión que no conoce reposo y no tolera ningún doblegamiento. Pero existe también una ascesis aparentemente menos heroica, que se modela sobre las situaciones de la vida y que consiste en soportar con dulzura las dificultades de cada día.

En este sentido, se habla por ejemplo del «ascetismo moderado» de los monjes rusos, capaces de soportar los duros trabajos manuales y las intemperies del clima. Sin duda la ascesis cristiana es algo distinto que un puro ejercicio de voluntad. Es una búsqueda de la vida con Dios y una expresión del amor. Basta con leer el tratado sobre la caridad que Teodoreto coloca como conclusión a su libro historia religiosa.

El autor, en el relato que hizo de las duras hazañas ascéticas de los monjes sirios, quiere enseñar que el verdadero motivo que lo explica todo es la caridad, y que, como testimonio de caridad, la ascesis sustituye al martirio. LÑa ascesis cristiana cree firmemente en la eficacia de la colaboración de lo divino y de lo humano y ve en esta colaboración el sentido del progreso en la vida espiritual.

de «El monacato en el oriente cristiano»

de Tomás Spidlík – Pag-. 142,143 –

Ed. Monte Carmelo –  Burgos 2004

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